El movimiento propone una nueva clasificación de los alimentos, dividida en comida real —productos que han sido mínimamente procesados y la calidad de su composición no ha empeorado durante el proceso industrial—, buenos procesados —alimentos reales obtenidos de un proceso industrial con el fin de hacerlos más seguros, duraderos y palatables. En la etiqueta de estos productos constan un total de 1 a 5 ingredientes donde no debe haber un porcentaje mayor al 10% de azúcar, harina refinadas o aceites vegetales refinados—, y ultraprocesados  —preparaciones industriales elaboradas con sustancias de alimentos que tienen efectos negativos en la salud. Suelen contar con cinco o más ingredientes donde están presentes las harinas refinadas, los azúcares añadidos, los aceites vegetales refinados, la sal y los aditivos—.

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Alba Moyano recomienda algunos alimentos que serían aconsejables si quieres seguir una dieta realfooder: "El huevo, que tiene gran cantidad de vitaminas del grupo B, fósforo, vitamina A, proteínas, grasas saludables… y también contiene minerales como el calcio, el zinc, el hierro… Otro de los alimentos que recomendaría sería el aceite de oliva virgen, ya que en este país lo podemos encontrar con facilidad, y es una buena fuente de grasas saludables. También los frutos rojos, que tienen gran cantidad de antioxidantes". Por otro lado, la nutricionista Miriam Villar aconseja mirar las etiquetas de los productos para ser conscientes de lo que se come.

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El realfood no es solamente opción para las personas que padecen o padecían sobrepeso, como es el caso de Eduardo Herrera. En otras ocasiones, el motivo es querer tener una guía para llevar una dieta más saludable, como es la historia de Antonio Almendros.

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Almendros ya era estudiante de nutrición cuando conoció el movimiento a través de redes sociales: “No he tenido problemas de salud, pero era consciente de que tenía muchas carencias en mi alimentación, como por ejemplo de vitaminas, porque no comía verduras. Me motivó eso y también querer aprender a cocinar y comer mejor”.

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Una de las perspectivas que Almendros no comparte del movimiento son los desafíos que se proponen: “La gente no tiene porqué verlo como un reto, sino como algo duradero. No puedes comer bien 31 días y luego hincharte a comidas poco sanas. Es mejor optar por hacerlo más flexible, comiendo un ultraprocesado cada 'x' tiempo, y si lo haces no martirizarte por haberlo consumido. Por lo demás, me gusta el movimiento”.

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Almendros no se planifica las comidas de la semana, sino que opta por cocinar al día. Reconoce que al principio fue lo más difícil por la falta de tiempo: “Es muy fácil coger una pizza y meterla en el microondas o en un horno y hacerla. Preparar cualquier cosa es lo más complicado y te hace pensar en volver a hacer las cosas como lo hacías antes y así tener más tiempo”.

 

Antonio Almendros buscó ayuda de un nutricionista para aprender de él y tener una guía, además tenía el objetivo de aumentar su masa muscular: “Recomiendo la ayuda de un profesional en estos casos en los que se está un poco perdido”.

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Juan Smith, monitor del gimnasio 'Supera' de Marbella, incide en que comer sano no significa bajar de peso o ponerse fuerte como la mayoría de la gente piensa, sino que va mucho más allá. "Si quieres comer sano tienes que tener una serie de hábitos alimenticios que tienes que mantener cada día para que tu cuerpo no sufra alteraciones innecesarias". Además, Juan nos asegura que todo aquel que quiera comer sano o empezar a ser realfooder debería tomar leche, pasta, pollo, verdura y huevo.

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Almendros reconoce que no le costó el cambio de alimentación: “Empecé a estudiar nutrición y me fue más fácil hacer ese cambio”. Pero es consciente de que la gente tiene que ir poco a poco: “Es un cambio drástico y, realmente, puede existir adicción a esos productos”.

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Miriam Villar comparte la idea de que es un proceso que hay que seguir paulatinamente: “Cuando una persona quiere empezar a comer saludable, tiene que hacerlo poco a poco. No se puede quitar de golpe todos los productos ultraprocesados, ni todos los productos que no son saludables”. A esta idea, Alba Moyano añade: “Los ultraprocesados que más le cuesta dejar a la gente son la bollería industrial, en general, y el chocolate, ya que son alimentos palatables (características que hacen para un determinado individuo que un alimento sea más o menos placentero, independientemente de su valor nutritivo) y algunos, como tienen tanta cantidad de azúcar puede llegar a ser muy adictivos”.

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Un alimento principal en las comidas de Antonio Almendros, y que antes no consumía, son las verduras, y admite que le encantan. Además se siente mucho mejor al consumirlas.

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Su estilo de vida ha fomentado que su entorno quiera seguir su camino: “He convencido a mis padres para que miren y tengan más cuidado con las etiquetas. La gente toma conciencia al verte a ti haciéndolo. Predicar con el ejemplo es lo que más atrae a la gente”.

 

Andrea del Pozo no se considera una realfooder. Ella empezó a alimentarse mal en segundo de bachillerato debido al estrés por los estudios. Necesitaba buscar un alivio que pudiera mantenerla despierta durante gran parte del día; algo que, debido al agotamiento y al estrés, era imposible de concebir. Del Pozo comenzó a tomar diversos productos como Red Bull o café. Pero el problema fue la Coca Cola.  Pasó de tomar un único vaso en todo el día a tomar dos litros diarios, ingiriendo una gran cantidad de azúcar y de gas que, más tarde, su cuerpo manifestó a través de taquicardias y mareos continuos. La solución que Andrea adoptó fue tomar comprimidos de 'Aerored', un producto que alivia los gases intestinales. Con el transcurso del tiempo, llegó a tomarlos como si fueran caramelos y su efecto, había desaparecido.